También existe marchitarse, por Nuria Silva

Hay una escena en Frankenstein (James Whale, 1931) que dura apenas un par de minutos pero bastan para herirnos para siempre: el monstruo se encuentra con una nena (que no casualmente se llama María), junto a un lago. Ella no grita ni corre, en cambio le ofrece una flor. Dos criaturas que no entienden del […]