1. Me despierto con la noticia de la muerte de Émilie Dequenne. Tenía mi misma edad, eso siempre me impresiona. La vi por primera vez interpretando a Murielle en A perdre la raison, sobre el caso real de una madre belga que ahogó a sus hijos. Ese costado de la maternidad también me impresiona. Pero no tengo mayor relación con Émilie y pienso que nunca vi Rosetta de los Dardenne, algo que siento como una deuda enorme, menos con ella que con el cine. Persiguiendo fantasmas decido enmendarlo de inmediato. Mientras escribo esto, la estoy viendo. Son las diez de la mañana de un lunes soleado y silencioso. Algunos ladridos interrumpen la paz de vez en cuando.
2. Llegué a los trece minutos de película y necesité pausar para preguntarme: ¿qué diálogo tendría una chica como Rosetta con una chica como Mona, de Sans toi ni loi? La antiheroína vardeana (o vardera) rechaza ser pieza del engranaje capitalista, no ve sentido en funcionar para la máquina y seguir produciendo vacíos. Rosetta parece retrucar que si no producimos dejamos de ser humanos, pero humanos concretos, con necesidades concretas, sin sensiblerías ni abstracciones utópicas. Si bien comprendo la filosofía de Mona, mi historia me acerca a Rosetta. La veo vender su ropa en ferias americanas y me veo, prácticamente a su misma edad, en plena crisis haciendo lo mismo por la zona de Congreso. Vamos a ver hacia donde me lleva este barro. Apenas pasó un minuto. Sigo desde el 14.
3. 23:24 y pienso que Rosetta encarna ese avis cada vez más rara: el sentido de la responsabilidad. Tiene una prepotencia obrera maravillosa pero además se hace cargo de su madre y de reprimir los peores instintos a los que este sistema tiende a empujar a quienes ya están en el margen. La resistencia que ejerce, negándose a ser despedida, a permanecer desempleada, batallando contra el alcoholismo promiscuo de su madre, peleando cuerpo a cuerpo con el amante de esta y más, es una resistencia reactiva. En Mona parecería haber una obstinación filosófica que en cuerpo se entrega a un devenir insensibilizado. El de Mona es un movimiento estancado. Los demás la ven pasar, ella rechaza las posibilidades que le permitirían insertarse en el mundo, y abandona la lucha. Todo lo que hace es una postal desesperanzadora de usos, abusos e indiferencias. Mona puede ser vista como el reverso de Rosetta por las relaciones que cada una establece con el mundo, pero las dos transitan la crueldad de un mismo paisaje. Lo que me resulta fascinante de Rosetta es que su rebeldía consiste en hacer las cosas bien, como corresponde, en que el sistema exista pero sea justo y equitativo.
4. 39:58 ¿Es la primera vez que veo sonreír a Rosetta? A Mona la recuerdo sonreírse y reírse en más de una inoportunidad. Recién a esta altura de la película hay un espacio para la ternura. Riquet (Fabrizio Rongione) hace acrobacias y payasadas para hacerla reír. Es el mismo pibe que le consigue laburo y probablemente un techo. También es el que sabe engañar al patrón y se lo confiesa anhelando una complicidad. Riquet toca la batería pero ensaya con la de un amigo porque no tiene una propia. Todo es un ritual de galanteo en esta escena que transcurre en una especie de departamentito donde él vive e invita a cenar a Rosetta: las acrobacias, la comida, pero también hacerle escuchar las grabaciones de sus ensayos, como si de una serenata rítmica y ansiosa se tratara. El dolor visceral de Rosetta corta con toda la torpeza encantadora del momento, justo cuando su cabeza empieza aflojarse y aceptar que es al pedo oponer ciertas resistencias.
Finalmente, se queda a dormir en casa de Riquet, su compañero/enamorado, tras intentar huir de la situación. Vuelve a pedir cobijo con la misma frialdad con la que rechazó el baile. En el juego permanente de imposiciones y resistencias que describe la película de los Dardenne, es importante detenerse en la fuerza que él impone sobre ella cuando la saca (o bien la obliga) a bailar. Que el paréntesis no se entienda como objeción al gesto. Sí, es un hombre imponiendo una (no su) voluntad sobre una mujer (para colmo, muy jovencita) pero buscando contener el desborde que está en implosión, para que Rosetta aprenda a canalizar su rabia y encuentre el resquicio de sus ratos de placer. Algo similar ocurre con el verdadero héroe de Anora (Sean Baker, 2025) que resiste la performance de la protagonista y le impone un beso real que la despierta del sueño americano.
En la cama, Rosetta se enumera a sí misma las pequeñas batallas ganadas, que de pequeñas no tienen nada. Todas las afirmaciones se repiten, al comienzo en tercera persona y luego en primera: se afirma en su nombre, en su trabajo, en sus afectos, en su existencia y se confirma: “no vas a caer al vacío… no voy a caer al vacío”. Estoy a 48 minutos. Queda aproximadamente media hora. No quiero que el registro de la escena me confirme una tragedia. “Buenas noches” se (y nos) despide Rosetta.

5. (Ya empezó la pérdida. Otra vez sin trabajo. Otra vez la misma batalla. “Quiero una vida normal, como usted”, le grita a su ahora ex patrón que la dejó sin trabajo para darle el puesto al inútil de su hijo. El dolor de Rosetta se agudiza.)
6. Rosetta sabe pescar. Gran detalle. Usa un sistema rudimentario pero exitoso. Podríamos decir que es de las pobres que, pese a encontrar cerradas todas las puertas que golpea, aprende a pescar para no cagarse de hambre. Muy meritócrata de su parte, aunque el discursito de darle la caña al pobre parece no tener en cuenta que difícilmente se pueda pescar en propiedad privada y difícilmente se pueda comer de aguas contaminadas. 57:35 y ya tengo ganas de gritar ¡la puta madre! mientras escucho la motito del forro que custodia el terreno donde instalan sus caravanas los que no tienen dónde caerse muertos. Sin embargo, es nuestro héroe romántico y proletario, el que insiste en rescatar a Rosetta y despertarle alguna que otra sonrisa. Esta vez, es él quien necesita ser rescatado, pero Rosetta está dispuesta a dejarlo morir. ¿Qué la hace cambiar de opinión? Quiero creer que esa humanidad en la que Riquet insiste. Finalmente, el príncipe se retira vencido con su motito, comprendiendo que hay resistencias que no se pueden quebrar.
7. Acabo de caer en que Rosetta viste mucho de rojo y negro. Según Heller, esta combinación refiere al peligro y lo prohibido. ¿Por qué Rosetta delata a su amigo? ¿Por qué insiste en condenar aquello que tiene (su amistad y afecto), y que no depende de los avatares del capitalismo, a la misma fosa que todo lo demás? Me cuesta comprender del todo estos rasgos del personaje, donde se torna indiferente y egoísta. ¿Es falta de experiencia? ¿Es desesperación? ¿Es frustración o resentimiento? ¿Qué le diría Mona sobre todo esto? ¿Mejor morir que convertirse en lo que necesitan de nosotros? Tiene que haber un modo de pasar por este mundo sin destruirse ni destruir a nadie.
8. Cerca del final Rosetta deja el trabajo que le costó su integridad y decide morir junto a su madre. Pero la falta de gas se lo impide. Su determinación le impide detenerse: va a comprar una garrafa. De regreso a su caravana, Riquet empieza a circundar por los infiernos de su conciencia con el motorcito de la moto a pleno. Sea su salvación o su condena da lo mismo, él viene a marcar un límite. La cuestión es no escaparse y hacerse cargo.