Anuario 2024

Una síntesis pasional: La cámara Lumiere en manos de Lelouch

Lolouch es uno de esos tipos inasibles que anda entre medio de las modas y las interdicciones epocales sin terminar de acomodarse a ninguna, caminando en la cuerda floja, cuya idea de lo personal excede la repetición de motivos

Anteojos en la frente: sobre «Reptile»

En un momento en el que literalmente cualquier imagen es posible, es muy fácil y rendidor lamentarse por el viejo realismo perdido del aparato cinematográfico. No me atrevería a cantar las loas de un naturalismo rancio en oposición a la estilización continua en la que por momentos parece que nos ahogamos. Pero… 

Bocha de biopics

Todo biopic cocinado a medias (la mayoría) carga con ese destino irresuelto: parasitar al cine para contar algo de afuera, algo que en general conocen muchos, algo que tiene la forma de la vida, es decir, casi ninguna forma. Para subsanar ese problema, un artesano promedio (de esos que creen que el espectador tiene que salir contento de una película para haberla disfrutado) cose las partes de su monstruo con algún arco moral que pueda sostener como andamio lo que no se sostiene solo.

Dos escenas de guerra

Mi relación con la pintura no es más que superficial. Con los museos, casi nula de tan esporádica. En cambio, mi relación emotiva con Escena de guerra sigue siendo tan intensa como para recordar con precisión las circunstancias en que vi el cuadro por primera vez y la inquietud que me produjo.

Amarga ucronía: sobre «Il sol dell’avvenire» de Nanni Moretti

Hasta no hace mucho, la política en el cine de Moretti era otra cosa: un asunto urgente, presente, una materia concreta que atravesaba el cine (sea ficción o documental) desde una realidad coyuntural y abierta. Incluso la caída del PCI (registrada en La cosa pero también en Palombella rossa), con toda su carga de melancolía y de final de época, tenía el tono de lo urgente, de lo desesperado, toda la sangre de quien busca y no entiende y elige seguir buscando.

Django conjetural

Cada vez que Django sin cadenas nos invita a festejar la violencia, Tarantino se contesta con una escena, como recordándonos: no estamos viendo solo una fiesta de sangre. Cada vez que la seriedad lo amenaza, hace estallar una bomba y dice, como el Dr. Schultz después de matar a Mr. Candy: «I’m sorry, I could’n resist”. Ya no sabemos defender esta grandeza.

César Tiempo con Jean Paul Belmondo

-¿Piensa actuar en Hollywood?

-Difícil, difícil… Debería aprender inglés y hablarlo por lo menos como Chevalier. Necesitaría cerca de veinte años. Después… estar lejos de mi casa, de mis amigos. Y además ¿para qué? ¿Para volver gordo, peinado y escaldado?

Hermosillo / Ripstein: viudas paralelas

El gesto de Berenice en este primer cruce de miradas, que exhibe la cicatriz en lugar de esconderla, es uno de los gestos más sensuales que el cine haya conocido. Es una insinuación diferente a la ya codificada insinuación de las piernas y el escote o a la más obscena de la lengua recorriendo los labios. La cicatriz es vergüenza y erotismo. Es erotismo porque es vergüenza.

Sobre el Bafici 2024 y «L’empire» de Bruni Dumont

 ¿Qué es L’empire? Por de pronto, una película imposible. Imposible en el sentido de que no entiendo cómo es que consiguió fondos para hacer esta cosa. Imposible también en el sentido de que es una película que no podría nunca encontrar su público, porque su público no existe.

Tiempo de restauración: sobre «The Stepfather»

El cine estadounidense trató el pasaje de los años contraculturales a los años neoconservadores durante toda la década, especialmente en su primer lustro. De Knighriders a Something Wild, de Reencuentro a Risky By¿usiness, de Tras la esmeralda perdida Buscando desesperadamente a Susan. The Stepfather bien puede ser la más radical de todas estas películas: el agente vengador de los 50 es derrotado pero no por quienes expresan un proyecto de vida alternativo sino por quienes expresan un moderado aggiornamiento de lo mismo que él quiere. 

Sobre «The King of Wuxia», King Hu y otras glorias

La biografía de king Hu termina siendo fascinante no solo porque la información con la que contábamos era prácticamente nula, sino también porque Hu, como cabía esperar, era un personaje desquiciado y entrañable.

Francesca lee: sobre Dolci inganni, de Alberto Lattuada

La escena habla del modo en que funciona la literatura y especialmente la poesía, cuyos secretos de desprenden de a poco pero emergen no de manera progresiva sino como golpes de rayo. 

En la montaña: sobre «Legend on the Mountain» y «Raining on the Mountain» de King Hu

La emoción que transmite Legend on the mountain, las exploraciones que se permite con la cámara, los juegos y los vaivenes componen una de las mejores obras maestras del maestro King Hu.

Fassbinder: Dejo que el público siente y piense

-Algunas facciones de la izquierda también han atacado sus películas con bastante vehemencia.

-A nadie que piense según una ideología que provenga de afuera de sí mismo pueden gustarle mis películas. Yo hago películas para gente que no piensa en términos de doctrinas preformuladas. Los otros van a ver mis películas y tienen que odiarme, porque comprenden.

Pase de magia: sobre «The Valient Ones» de King Hu

Un director menor, un director temeroso o acomplejado buscaría justificar esas escenas de acción con una trama que envuelva a sus personajes y los explique. Como si el argumento fuera lo importante y las peleas una excusa. En cambio, el wuxia exige lo contrario: los personajes son y se revelan en la forma en la que se desplazan por el espacio, cómo se paran, cómo miran, cómo la cámara los presenta.  El resto es hojarasca.

Madre de la nueva ola: una entrevista con Agnes Varda

Y aquí es donde discuto contra las políticas de Jean-Luc Godard. No soy lo suficientemente militante política para afirmar que desde ahora voy a realizar películas para los portuarios de Pointe Courte o para los trabajadores de la fábrica Renault, así pueden disfrutar pero también reconocerse e identificarse y pensar en lo que les concierne. No soy lo suficientemente modesta. Ni lo suficientemente militante. Y soy muy egoísta. Todavía participo de una cultura burguesa para la cual una película debe ser realizada por un artista.

Manufactura del fantasma: 12 retazos sobre «Phantom Thread»

El final feliz no llega con la propuesta, la boda y la concreción del sueño; porque es posta viene con el hartazgo, con la rutina, con las molestias, las peleas, con vómitos y mierdas.

Bowie: tres covers

“Wild Is the Wind” es su gran cover. Bowie canta con una emoción teatral sublime, al punto que la voz parece al mismo tiempo confesional y paródica. Su juego (como el de Bryan Ferry, como el de Federico Moura) fue siempre el artificio conmovedor. Canto desde las entrañas porque cuido bien mis lentejuelas, podría haber dicho Bowie. Teñía sus lágrimas de fucsia. Amaba a Warhol. Su enseñanza es la enseñanza de todo dandi: también los sentimientos son una forma.

Todas las caras: sobre «Hitman» de Richard Linklater

Todo bien, cada uno manejará su psiquis y su vida como prefiera, pero hay algo tramposito en todo esto: abrir la herida para mostrarnos mejor el camino, jugar a ser moderno para terminar siendo marmóreo, hacerse el loquito para mostrarnos que al final la vida ideal es la del burgués padre de familia, pero que le pone onda.

Mundos traslúcidos: sobre «Painted Skin» de King Hu

Viendo las últimas películas de Hu, no puedo evitar preguntarme si tal vez la idea de que King Hu dirigía películas de wuxia no era, en el fondo, un malentendido: por supuesto que había espadachines y bandidos y habilidades legendarias e imposibles de kung fu, pero tal vez la lucha no era más que un motivo, un gesto que entroncaba sus relatos con historias milenarias y, así, nos transportaban a un mundo poblado de habilidades imposibles, de leyes mágicas del movimiento, un mundo en el que esas peleas mágicas tenían bastante menos que ver con la habilidad física concreta de los intérpretes que estaban frente a cámara, y bastante más que ver con las habilidades de King Hu. Montaje, encuadres: el mundo de las historias milenarias chinas era apenas un vehículo para llevarnos a un mundo de cine puro, donde la magia es la puesta en escena.

Ingrid Bergman: primer plano

El primer plano se inventó para la cara de Ingrid Bergman. Para sus ojos y su nariz, por supuesto, honrada con decenas de perfiles, y para su frente rubia y coronada. Pero ante todo, si es que tiene sentido desagregar el rostro en partes (un rostro como el de Ingrid, quiero decir, un rostro clásico), se inventó para sus labios carnosos y sus dientes superiores, lo suficientemente corridos hacia adelante como para exponerse en sorpresas y congojas.

Hitchcock: en trance

Incluso cuando está en juego la vida de un hombre, y no solo la vida de un hombre al que no conoce sino la de su propio hijo, incluso entonces tuvo lugar en Doris Day la batalla entre la responsabilidad y el rapto estético. Al triunfo de este último, expresado también en sus derrotas, dedicó Hitchcock la vida.

Sobre «Un crimen común», de Francisco Márquez

Es hora de que el cine que se quiere de izquierda y con voluntad de contacto abandone las pretensiones de elegancia media y vuelva a aspirar al tesoro último del cine político: una forma en condiciones de desbordarse hacia los espectadores y conseguir su adhesión. Una forma faviana, delcarrilista, sollimanesca, libre de academicismos. Una forma al mismo tiempo popular, combativa y autónoma.

¿Para qué la crítica?

Atrapada en la red de Internet, hoy a la crítica la corren desde otros lados: sus límites los pisan las promociones empresariales apenas disfrazadas, los contenidos de redes sociales, los discursos éticos de lo que debería ser, la academia con complejos, los fans autoproclamados expertos y una larga lista mutante de nuevas cosas que van apareciendo. Nada es mejor, todo es igual. Y, sin embargo, nos obstinamos en escribir. Nunca debe haber habido tantos críticos como hay hoy.

Sobre «Lo importante es amar», de Andrzej Zulawski

El cine simplemente ya no alberga semejantes criaturas y no puedo evitar preguntarme por qué. ¿Realmente mejoró tanto el mundo en estos casi 50 años? ¿No quedan ya desesperados? ¿El cine no sabe alojarlos? ¿El público no quiere verlos? ¿Los autores no quieren meterse por esos callejones? ¿O simplemente ya no existen? ¿La comodidad terminó de ahogarnos? ¿Los desesperados de hoy en día solo caben en el reino de lo explicable? ¿Nos curaron las neurociencias? ¿La existencia dejó de ser tan dura?

Mastroianni: un siglo

En el documental de Anna Maria Tatò Mastroianni dice que no entiende a los actores sacrificados porque considera que lo fundamental del oficio está en el poliladron. Esta idea implica no una mera mímesis de la infancia (como si fuera posible) sino una poética. Niño es a quien le basta su propia convicción para volver real el papel que sueña. Actor es quien consigue que la convicción pertenezca no tanto el que la propone como a quienes son en cada ocasión sus testigos. En este punto, el cine no conoció actor más grande que Mastroianni.

Vindicación del cover jodido: Manal por Sueter

Que quede claro:  Fito Páez hizo al menos veinte canciones gloriosas. Que los que hablan boludeces las hablen entre ellos. Que la hipstereen. Ni todos los discos juntos de Belle and Sebastian valen lo que “Ámbar violeta”. El tema es que no se puede ser siempre Fito y tocar “Desarma y sangra” con franciscana humildad. Tanta reverencia, tanto reconocimiento: la historia no se hace chupándoles las medias a nuestros héroes. Sonic Youth lo sabe bien. El mejor nombre de un disco de rock es Kill Your Idols.

Quedé empachado de cine (cartas de Manuel Puig)

Vi la de Hitchcock, “Torn Courtain” con Paul Newman y la insoportable fachalonga Julie Andrews, que no puedo mirar, es una cara imposible para cine. La vista es el asco supremo, me parece que Hitchcock está senil. También caí en la última de Godard, “Masculin, féminin”, que es IMPOSIBLE, se le fue la mano en forma, lo peor de todo es que aburre bestialmente.

Diario del año pasado

Ahora bien, como a todo el mundo, me encanta el mito de Robin Hood, pero no olvido la forma en que apareció ante mí por primera vez, en la impecable geometría del inmigrante húngaro Mihály Kertész devenido en Michael Curtiz. Egoísmo cinéfilo: en el fondo, amo más mi infancia que los mitos que la alimentaron. Mi infancia es única, mientras que los mitos apenas son inmortales.

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